El Arte de la Mímesis

La historia de la humanidad es fascinante. ¿Qué pensaría Aristóteles al ver a dónde ha llegado actualmente el arte de la mímesis? Es decir, a dónde ha llegado la fotografía, cuya traducción significa, literalmente, escribir con luz; un invento mágico y deseado desde épocas anteriores.

¿Qué crees que haría Aristóteles con una cámara? ¿Tú qué harías con una cámara? Me propongo darte pistas sobre lo que puedes hacer con una cámara a través de la producción de dos fotógrafas muy sugerentes. Para ello, analizaremos el poder de la imagen desde Julia M. Cameron y Sally Mann. ¡Estás a punto de recorrer una fascinante historia sobre el arte de poder mimetizar la realidad!

El punto máximo de esta búsqueda histórica de imitar la realidad se da a mediados del siglo XIX, cuando personajes como Niepce, Daguerre, Le Grey, Talbott o Frederik Scott aportaron su grano de arena en la creación y en los componentes de la cámara fotográfica. Para no enumerar los logros de cada uno, basta decir que estos personajes mejoraron paulatinamente los avances de sus predecesores, generando innovaciones desde que apareciera el Daguerrotipo en 1839. Se logra una imitación o calca de la realidad gracias a cientos de años de estudios y a las bondades mismas de la naturaleza, recogidas por la ciencia química y de donde sacamos los materiales para el “proceso fotográfico”. Una placa humedecida con sulfato de protóxido de hierro, conocido como colodión húmedo, entre otros gases químicos, correctamente colocada en la cámara oscura, y rápidamente revelada, dieron imágenes idénticas de lo captado por el lente. Los pintores se tomaron la cabeza, porque no podían entender aquel nuevo medio que competía directamente con su oficio milenario de representadores de la realidad.

La incipiente fotografía científica fue vitoreada como una nueva técnica del progreso, un arte mecánico capaz de darnos registros visuales de todo aquello que se nos ocurra capturar. Rápidamente la fotografía entró en contacto con otra técnica y arte: la pintura. Esto generó un cisma sobre cuál era la finalidad del uso de esta nueva técnica: ¿Ciencia o arte? ¿Registro u obra de arte? ¿Te has puesto a pensar sobre la importancia del dibujo y la pintura como fuentes de registro visual de la historia? Imagina lo que aquellos pintores sintieron cuando de repente su trabajo quedaría relegado por un nuevo instrumento mecánico capaz de hacer lo mismo, de manera más rápida y más efectiva. Lo mismo que nos sucede a nosotros cada vez que nos enfrentamos a nuevos progresos tecnológicos.

Afortunadamente, la simbiosis de este encuentro le dio nuevos horizontes a la fotografía y comenzó su aventura artística hasta la actualidad. Viajaremos hoy desde la época victoriana de mediados del siglo XIX a finales del siglo XX, a través del espíritu de dos grandes personajes. Y me refiero primero a Julia Margaret Cameron, una aristócrata inglesa que hizo fotografía como quiso, fusionando la esencia pictórica del momento con la fotografía. Elogiada por muchos, y fuertemente criticada por otros grupos, su trabajo es de vital importancia para entender los alcances de la fotografía como un arte.

Sus fotografías fueron trabajos pioneros en la fotografía pictórica, los retratos y los “tableau vivant”, que literalmente se traduce como “cuadro vivo”. Apasionada por el arte y parte del círculo intelectual de la época, recibe una cámara por su cumpleaños 48 y comienza su aventura fotográfica, aprendiendo por ella misma y con la ayuda de amigos. Su mayor pretensión era la de elevar la fotografía al rango de arte, de ennoblecer la fotografía como una bella arte:

“prorrogó el arte del retrato, desarrolló sus propias teorías sobre la fotografía, expuso obra, publicó libros y artículos acerca de su arte, y se convirtió en tema de controversia cuando se le criticó su aversión al enfoque nítido y uniforme.” (Cotton Bob, Op. Cit., Pos. 501).

¿Qué sientes y percibes al ver esta fotografía? Cameron no fue muy prolija en la técnica, como se le achacó fuertemente, sino que aportó más al arte y la fotografía desde sus composiciones y lo que se denomina una “mirada fotográfica”. El estilo de la fotografía pictórica radicaba en el desenfoque o fondos suaves. Y Cameron era maestra en eso, pues para su visión artística era más importante generar estados anímicos con la imagen, que generar fotografías de mucha precisión técnica. A través de sus retratos, no buscaba la mímesis perfecta, sino reflejar la belleza interna y externa de sus retratados.

A pesar de trabajar con el colodión húmedo y la gran precisión que este tenía ya en 1870, Cameron jugó con la nitidez pretendida de una fotografía científica: “Ella se abstuvo de la resolución perfecta y el detalle minucioso que los negativos de vidrio permitían, optando en su lugar por la iluminación cuidadosamente dirigida, enfoque suave y los prolongados tiempos de exposición que admitían un ligero movimiento de los sujetos al registrar en sus imágenes, inculcando con ello un sentido poco común de aliento y vida.”( The Metropolitan Museum of Art, Op. Cit.)

Para los fotógrafos más cientificistas de le época, estos “cuadros vivos” que Cameron hacía tenían fuerza y significado, pero no dejaron de criticarla y despreciarla por su “mala técnica”. Se le reconocía su valor artístico, su originalidad y su audacia, pero reiteradamente se le achacaba la supuesta falta de atención a la excelencia técnica. Sin embargo, Cameron argumentó muy firmemente alguna vez: “¿Quién puede arrogarse el derecho para decir cuál enfoque es el legítimo?” (Victoria & Albert Museum, Op. Cit.).  Cameron creía en su mirada artística y fue una pionera en acercar la fotografía al rango del arte con sus decisiones incomprendidas en aquella época, pero que hoy son técnicas artísticas:  primeros planos, lentes pocos precisos, desenfoque, los enfoques suaves, fondos obscuros y encuadres apretados. Desafió los cánones cientificistas de la fotografía “mecanicista” de la época y provocó lentamente nuevas perspectivas y alcances sobre el arte de manejar una cámara.

Una nota del Photographic News en 1870 ilustra este merecido reconocimiento, pero a su vez agrio comentario de su trabajo: “Su trabajo posee un cierto aire artístico que reclama atención y admiración por lo sugestivo, y hace que sus fallas sean tanto más lamentables […] admitiendo por un momento la excelencia artística sentimos que se ha de protestar por las deficiencias técnicas. Las sugerencias de belleza en estas fotografías únicamente hacen más triste el desprecio a la excelencia técnica” ( The Photographic News, 18 November 1870, editorial).

Cameron quería que sus fotografías transmitieran algo más que una simple calca de la realidad exterior. Quería que en sus retratados se vea su alma interior, sus emociones. Además, por medio de sus “tableaux vivant” ensalzó el arte desde el contenido de narrativas simbólicas, míticas e históricas. A fin de cuentas, Cameron fue una intelectual, rebelde, artista y apasionada figura de su época que buscó por medio de la fotografía encontrar su propia humanidad y regalarle al mundo una mirada honesta, perfeccionista, profunda y simbólica de la experiencia universal humana consigo mismo y con aspectos externos como la religión, el arte y la historia.

Gracias a Cameron y otros fotógrafos y artistas de la época, la simbiosis entre arte y fotografía ha dado muchas variedades de imágenes, y por lo tanto una vasta cultura imaginativa para analizar. La variedad de estilos que aparecen desde 1880 en el arte y la fotografía es maravilloso: Impresionismo, dadaísmo, fotomontaje, futurismo italiano, surrealismo o constructivismo. Y esto por mencionar unos pocos. ¡Tú puedes adentrarte en un viaje maravilloso por el mundo de la imagen, de la metáfora, de la alegoría y de la realidad desde tu cámara !¡Tú puedes ser una pieza de este gran rompecabezas imaginativo que trasciende las barreras de la historia!

Como te mencioné en la introducción, nos atañe para la reflexión y comparación de hoy otra figura: Sally Mann. Ella es una fotógrafa estadounidense contemporánea que inicia sus trabajos en los años 70s del siglo XX, justo 100 años después de Julia Cameron. Comparten el honor de ser dos grandes mujeres, seguras de sí mismas, innovadoras y revolucionaras, que desde la cámara transgredieron ideas y conceptos para renovar y reinventar la práctica fotográfica.

Sally Mann nace en el sur de Estados Unidos en los años 50s y empieza a fotografiar 20 años más tarde, en los convulsos años 70s. Ya no nos encontramos en una etapa pionera de la fotografía como en el caso de Cameron, sino al contrario, una época donde ya la fotografía está consolidada como un arte institucionalizado y una posibilidad de negocio.

Podría decirse, que con la fotografía se instaura, desde finales del siglo XX, un mercado de imágenes que paulatinamente fue creciendo gracias a la aparición de la Kodak de George Eastman, pasando por la LEICA de 35mm de los años 20 del siglo XX, o la Kodakcrome de color en 1937; y la famosa fotografía instantánea en 1947. Los desarrollos tecnológicos, más la aparición de nuevas miradas fotográficas, ha ido contribuyendo al inmenso archivo social del mundo de la imagen. Un mercado de imágenes, donde el poder social que estas tienen en la sociedad contemporánea de los años 70s, como la nuestra del siglo XXI, es rotundo. Nos encontramos en un escenario donde la imagen se ha convertido en un medio de comunicación masivo para todas las dimensiones de la realidad. La imagen está ahora al servicio de periodistas, políticos, militares, economistas, humanistas, artistas, científicos, etc. En ese sentido, ¿cuáles son los límites políticos o artísticos de la fotografía? ¿Cómo opera la censura en las imágenes? ¿Tiene que existir censura? ¿Qué es arte? Todas estas interrogantes y muchas otras asaltan el imaginario de la reflexión semiótica de la imagen. Mientras la sociedad descifra la respuesta a estas preguntas, la práctica cotidiana, individual y particular de los más audaces puede poner en jaque al entramado social y ahondar más la crisis en la búsqueda de esas respuestas.

 

Y ahí entra Sally Mann, quien, desde su fotografía íntima, familiar, cotidiana, metafórica y compleja, provocó nuevos cismas en la opinión pública y generó arte desde sus imágenes conceptuales y provocativas.

Si a Cameron le apasionaba el arte renacentista o religioso, a Mann le inspiraba la cotidianidad de su vida familiar en el sur de los Estados Unidos, temas socioculturales o el placer de la existencia en sí misma. Si a Cameron se le atizaba falta de excelencia técnica, a Sally Mann se la condenaba por su “mirada fotográfica”. Ella pasó algunos años en su granja familiar en Virginia, donde se dedicó a fotografiar a sus tres hijos bajo una consigna: la naturalidad. Sus fotos exploran conceptos como la familia, la niñez, la identidad, la intimidad o la desnudez. Y todo ello buscando naturalizar estas experiencias de la vida que son comunes a toda la humanidad. Desde su cotidianidad, quiso expresar la belleza que todos contemplamos al estar con nuestra familia, con los niños jugando en en el agua o corriendo sobre el césped. La fotografía de Mann ensalza los momentos más íntimos de la vida y crea con ellos fotos de mucha belleza y honestidad, algo que no cayó muy bien entre algunos grupos conservadores religiosos, que fueron muy feroces y críticos con su trabajo.

¿Qué es la desnudez?  ¿Qué es la niñez? ¿Qué es universal a todo ser humano?  Los artistas tienen el mérito de provocarnos y sorprendernos, y así permitirnos cuestionar y ampliar nuestro sentido común e intelectual. En un mundo politizado, coercitivo e institucionalizado, ¿quién dicta las reglas de juego sobre la existencia?  Estas preguntas salen a la luz cuando nos topamos con obras como la de Sally Mann. La cámara es su instrumento por el medio del cual ella interpela a sus aficionados y críticos a repensar y reinterpretar la realidad.

Tanto Cameron como Mann, fueron dos artistas que hicieron oídos sordos a sus críticos más feroces. Ambas mujeres tenían una visión clara de lo que querían transmitir con su obra. Grupos conservadores religiosos acusaron a Mann de crear pornografía infantil en las fotografías que ella dedicó a sus hijos. Sin embargo, ella siempre explicó que su trabajo es un reflejo de la realidad íntima que viven las madres o padres con sus hijos. O en su obra, AT TWELVE, Mann construye una narrativa metafórica de lo que es el rito de paso de niña a mujer. Su trabajo es conceptual: invita a que el espectador filtre conceptos de la realidad a través de sus imágenes. La metáfora por medio de imágenes hacen de su trabajo un medio artístico de gran valor, pues hace que sus imágenes hablen de temas cotidianos, difíciles, controversiales o “culturalmente naturalizados”. Muchas veces los temas cotidianos o vulgares han sido naturalizados y nosotros no sabemos que hay detrás de ello. Son temas polémicos porque nadie quiere ponerles en cuestión. El poder desnaturalizar ciertos conceptos de nuestra cotidianidad es un lujo, ¿no lo crees? ¿ Te gustaría hablar desde tu cámara y dialogar con la cultura que nos rodea?

Sally Mann tiene el gran mérito de ser una artista que nos saca de nuestra zona de confort y nos induce a un viaje salvaje, controversial y complicado de replanteamientos de nuestra mirada, tanto interna, como social. La estética no implica únicamente “belleza”, en la acepción popular de “placer” o “dicha”. La estética va más allá y encuentra su esplendor en el balance de los elementos que componen una obra  de arte. Y el trabajo de Mann lo tiene todo para ser una obra de arte: excelencia técnica, conceptos, honestidad, sorpresa y metáfora. En otros trabajos suyos, podemos ver cómo la honestidad se convierte en un pilar central de su trabajo. Por medio del blanco y negro, dota a sus imágenes de un claro/obscuro exquisito, logrando aquello que solo las fotos en b/n pueden transmitir. Misteriosa, amante de lo “antiguo”, Mann explota, igual que Cameron, la emocionalidad. En todas sus fotografías se transmite alguna emoción, como la melancolía, la nostalgia, el miedo, el horror, el dolor, la alegría o en mi caso, la inocencia. La inocencia no es una emociona mi saber, pero me parece genial cómo Mann logra generarme una percepción/sentimiento de inocencia cuando veo algunas de sus fotografías. ¿Y tú que sientes al ver sus fotografías?

No es fácil ver sus fotografías. Son imágenes de temas complejos, difíciles. Su trabajo profundiza en situaciones complejas de la existencia, como la muerte, el dolor o la misma sexualidad. En PROUD FLESH, lleva su cámara hacia su esposo, quien sufría de un avanzado estado de distrofia muscular. O en WHAT REMAINS, sus imágenes hablan de la muerte y la descomposición, como cuando fotografió a su perro muerto o los cuerpos sin vida de los servicios forenses estatales. Apasionada también de la historia y del pasado, en su obra explora muchos paisajes de su natal Virginia, o Georgia, e incluso Yucatán, bajo la creencia de que “Las fotografías abren las puertas del pasado, pero también permiten echar un vistazo al futuro”, como ella mismo señala.

El director de la Galería de Arte de Washington, Earl A. Powell, alabó el trabajo de Mann  diciendo lo siguiente: “En sus absorbentes fotografías, Mann usa lo personal para referirse a lo universal, y considera cuestiones íntimas sobre familia, memoria y muerte a la vez que evoca más amplias preocupaciones acerca de la influencia del pasado del Sur en su presente». En esta frase se resume mucho del alcance de la fotografía de esta artista. Desde las imágenes Mann problematizaba muchos aspectos de la realidad, mostrando con ellas diferentes caras de la realidad, a fin de que el espectador pueda ver reflejada en ellas su propia humanidad. Ante el dilema de la censura, Sally Mann siempre fue fiel a su ideología de no separar su arte de su vida diaria, pues creía que el verdadero arte estaba en visibilizar lo que es común para toda la humanidad, pero que casi no se habla de ello por ser temas “enigmáticos”, como la sexualidad o la muerte. En una sociedad en expansión y en camino hacia un imperialismo global, como lo fue Estados Unidos en los años 50s en adelante, aparecen artistas como Mann para hablar de perspectivas y percepciones culturales que están en juego. Todo ello le valió el reconocimiento público y en 2003, Times Magazine, le galardonó con el premio de mejor fotógrafa norteamericana.  Para entender la magnitud de esta artista, te invito a profundizar en su obra. Esta breve introducción tan solo ha señalado ciertos elementos de interés.

Para ir cerrando esta travesía, importa destacar un punto en común que también compartieron Cameron y Mann. El uso del colodión húmedo. Mann también trabajó casi exclusivamente con la placa húmeda en cámaras de gran formato, alegando que “ciertos descuidos en el revelado” no fueron a propósito, sino parte del proceso natural de revelado con el colodión húmedo, y que les dieron un toque característico a sus fotografías. En un momento en que la era digital hacía su entrada triunfal, Mann todavía usaba la técnica del colodión húmedo y rememoraba las cualidades beneficiosas de usar procedimientos analógicos. Solo revelando tus fotografías con los artilugios químicos que componen el arte del revelado, te das cuenta del proceso mágico que significa mimetizar la realidad bajo tu propia mirada. ¿Y tú qué esperas para inmortalizar tu mirada y tu percepción de las realidades que nos rodean? Aquí en el LAF seguimos el camino analógico, tanto como el digital, para que explores todas tus posibilidades del vasto mundo del arte y la fotografía.

Este periplo nos ha llevado desde la Inglaterra Victoriana del siglo XIX, hasta el convulso último cuarto del siglo XX en Estados Unidos y el mundo general, y del cual hemos sido testigos, que la producción de imágenes ha pasado por una serie de transformaciones y estilos, revelando una gran simbiosis entre la fotografía y el arte. De la comparación de dos artistas muy influyentes en la historia de la fotografía, hemos encontrado tres características similares: la honestidad, el refinamiento intelectual y el uso de colodión húmedo. Tanto Cameron como Mann hacen fotografías que son brutalmente honestas, consiguiendo siempre representar la emocionalidad de sus protagonistas y del cuadro en sí mismo. Ambas mujeres se inspiraron en el arte y en un trabajo de índole intelectual, buscando sobre todo sorprender e interpelar a los espectadores en temas como el arte, la religión, la historia, la sexualidad o la muerte. Su arte no está disociado de sus estilos de vida, porque ambas vivieron su vida y el arte tan apasionadamente que creyeron en sí mismas al momento de desafiar ciertas ideas y posturas de sus contemporáneos. Ambas usaron el colodión húmedo, y por medio de esta técnica le dieron el distintivo y la firma a cada una de sus obras.

La conclusión final que nos deja esta comparación y contextualización histórica es que la fotografía artística es un proceso creativo y apasionante en el cual es necesario saber la técnica, pero no indispensable para crear obras que tengan poder, sentimiento y contenido. Con la técnica siempre se puede jugar, pero lo más importante está en la conceptualización de la imagen.  Una buena conceptualización de la imagen suele estar guiada de dos componentes básicos: el instinto personal y el estudio. Tanto Cameron como Mann amaban lo que hacían y toda su vida era una búsqueda sublime entre el arte y la vida misma. Ese coraje y esa valentía que se necesitan para sacar adelante tus ideas, tus conceptos, tus sueños o tu mirada puede ser el mejor legado que nos han dejado estas dos grandes artistas. ¡No hay nada que te detenga! ¡Tu mirada fotográfica te está esperando! ¡Con nosotros puedes iniciarte, seguir aprendiendo o impulsar tus proyectos! ¡Somos tu laboratorio fotográfico/artístico en Quito y queremos conocerte, escuchar tus ideas y ayudarte a impulsar tu propia estética!

Bibliografía:

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José Manuel Martínez Hayek

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